jueves, 20 de septiembre de 2012

Tiene alma de poeta...

"¿Cómo comprimir en palabras lo que ella es para mí? 

Simplemente es imposible, tiene alma de poeta, una risa digna de una fama de Córtazar, de esas risas que son capaces de iluminarte el día y quedarse en tus recuerdos, es idealista y luchadora, sus versos se mezclan con la concepción de un mundo mejor, tanto que ha condicionado su vida, por supuesto, de la misma clase obrera de la que soy yo, y
 sueña por un mundo mejor, tan sólo un poquito mejor, sin maximalismos o con ellos, pero más justo, tan sólo un poquito más justo y racional de lo que vivimos hoy. Además que es preciosa, e inteligente, su mirada es capaz de iluminarte el peor de tus días, me encanta como es capaz de hablar con pasión de arte hasta política, habiendo despachado al peor de sus clientes. Después de lo que te he dicho ¿Cómo no es deseable querer construir con palabras un puente indestructible, que sin saber cómo o ni con que pretexto me quiera quedar en sus recuerdos?.

Barbara Galeno, "Forja de hombres"

¡Que alegría, vivir en los pronombres!

"Para vivir no quiero 
islas, palacios , torres.
¡qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú. [...]

Yo no puedo darte más
No soy más de lo que soy
¡Ay, cómo quisiera ser
arena , sol estío!
Que te tendieses
descansada a descansar.
que me dejaras
tu cuerpo al marcharte, huella
tierna, tibia, inolvidable .
Y que contigo se fuese
sobre ti, mi beso lento:
color,
desde la nuca hasta el talón,
moreno. [...]

La luz lo malo que tiene
es que no depende de ti.[...]
Quiero más tu oscuridad."

Pedro Salinas, "La voz a ti debida"

Una infancia miserable irlandesa

"Cuando rememoro mi niñez me pregunto cómo sobreviví. Fue, claro, una infancia miserable: la infancia feliz difícilmente vale la pena para nadie. Peor que la infancia miserable común es la infancia miserable irlandesa, y peor aún es la infancia miserable católica irlandesa.
La gente en todas partes se jacta o se queja de los infortunios de sus primeros años, pero nada se puede comparar con la versión irlandesa: la pobreza; el padre alcohólico, locuaz e inestable, la piadosa y derrotada madre gimiendo junto al fuego; sacerdotes pomposos; maestros abusivos; los ingleses y las cosas terribles que nos hicieron durante ochocientos largos años.
Y sobre todo: vivíamos mojados. [...]

El maestro dice que morir por la fe es una cosa gloriosa y papá dice que morir por Irlanda es una cosa gloriosa y me pregunto si en el mundo habrá alguien que quiera que vivamos. Mis hermanos están muertos y mi hermana está muerta y me pregunto si murieron por Irlanda o por la fe. Papá dice que eran demasiado jóvenes para morir por algo. Mamá dice que fue por la enfermedad y el hambre y porque él nunca tiene trabajo. Papá dice: Ay, Ángela, se pone la gorra y sale a dar una de sus caminatas."

Frank McCourt, "Las cenizas de Angela"

De cuán poco valor son las cosas tras que andamos

[VIII]
Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos.
Dellas deshaze la edad.
dellas casos desastrados
que acaeçen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.

[IX]
Dezidme: la hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color e la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas e ligereza
e la fuerça corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
de senectud.

Jorge Manrique, "Coplas a la muerte de su padre"

domingo, 16 de septiembre de 2012

Dos catedráticos y un subjuntivo.

‎"Un sargento alemán en la reserva, que en la vida civil era catedrático de lenguas románicas en Göttingen, tiene la misión de escoltar a un grupo de prisioneros franceses desde Mauberge a Alemania, A lo lejos se escucha el fragor de los cañones. De repente el teniente que está de servicio descubre que su sargento se ha involucrado en una violenta discusión con uno de los franceses. El francés gesticula indignado con las manos, mientras que tras los anteojos del sargento los ojos le relampagueaban de ira. El teniente, temiendo que se llegue a la violencia, cabalga hacia allí. Separa a los hombres maldiciendo. Entonces el airado sargento explica que el prisionero francés, que lleva una botas reparadas con cordones, era anteriormente catedrático en la Sorbona. Los dos caballeros se ha enzarzado en una pelea por no ponerse de acuerdo sobre el uso del subjuntivo en la poesía provenzal arcaica."

Peter Englund, "La belleza y el dolor de la batalla"