martes, 31 de julio de 2012

"Derecho de pernada"

"En los campos existía una versión crio­lla del «derecho de pernada», que en tiempos feudales permitía al señor violar a las novias antes de su primera noche de casadas. Entre nosotros la cosa no era tan organizada: el patrón se acos­taba con quien y cuando le daba la gana. Así sembraron sus tie­rras de bastardos; existen regiones donde prácticamente todo el mundo lleva el mismo apellido. (Uno de mis antepasados reza­ba de rodillas después de cada violación: «Señor, no fornico por gusto o por vicio, sino por dar hijos a tu servicio...».) Hoy las «nanas» se han emancipado tanto, que las patronas prefieren contratar inmigrantes ilegales del Perú, a quienes todavía pueden maltratar como antes hacían con las chilenas. [...]

Debo aclarar que las chilenas, tan poco agresivas para pelear por el poder político, son verdaderas guerreras en lo que se refiere al amor. Enamoradas son muy peligrosas. Y, hay que decirlo, se enamoran muchísimo. Según las estadísticas, el cincuenta y ocho por ciento de las casadas son infieles. Se me ocurre que a menudo las parejas se cruzan: mientras el hombre seduce a la esposa de su mejor amigo,[...] cuando Chile dependía del virreinato de Lima, llegó un cura dominico del Perú, envia­do por la Inquisición, para acusar a unas señoras de la sociedad de practicar sexo oral con sus maridos (¿cómo lo averiguó?). El juicio no llegó a ninguna parte, porque las damas en cuestión no se dejaron apabullar. Esa noche mandaron a los maridos, quienes mal que mal también habían participado en el pecado, aunque a ellos nadie los juzgaba, a disuadir al inquisidor. Éstos lo sorpren­dieron en un callejón oscuro y sin más trámite lo caparon, como a un novillo. El pobre dominico volvió a Lima sin testículos y el asunto no volvió a mencionarse."

Isabel Allende, "Mi País inventado"

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