martes, 31 de julio de 2012

Me gusta

Me gusta tu mirada, los besos de estación, me gusta encontrarte enhebrada entre las palabras de Córtazar, me gustas cuando me miras, por que estás como mágica, me gusta el sabor de tabaco en tu boca, me gusta buscar ese sabor en las profundidades, me gusta que conviertas en hechizos cada uno de tus rituales, cada uno de tus pequeños gestos. Me gustas por que te tengo, por que me tienes, por que sé que mañana no estaré aquí pero tendrás un cofre escondido en tu mente, que guarda el recuerdo de cuando jugabas con mi pelo, me gustas tus manos cuando me despeinan, me gusta despeinarte por la mañana, en ese momento en que cinco minutos más se convierten en un pasaporte al paraíso. Me gusta comer por tus ojos, pequeños mordiscos de gula sutil, que recorre mi espalda como un temblor que es capaz de empequeñecer un retrato manierista. Me gusta ese acento alemán, me gusta conquistar el mundo, mi pequeño mundo construido y derribado cada día en una titánica tarea, esperando a que el buitre me devore otra vez el hígado, como cada día, me gusta ese buitre, esa sensación de futilidad, de esperanza mezclada con el fondo de un vaso en una esquina de un bar. Me gusta los susurros con los que cada noche me llenas el día, me gusta cambiar el día, cambiar el mundo, todos y cada uno de los ochenta mundos en los que he divido el día, como si de un octosílabo se tratase. Me gusta solo me mires a mí, aún sabiendolo que no lo haces, me gusta que no me mientas, aún sabiendo que lo haces, me gustan las noches sin esperanza, los día de luna llena, y las tardes con amigos, la mañana de tu cama, y el anochecer de tus versos, me gusta que tu ausencia sea así, un recuerdo escondido bajo siete llaves.

Pido a la parca un poco más de tiempo, y pienso en ti, gracias a los dioses, a los nuevos y a los viejo, que no crees en el cielo, por que las putas entran primero, entran sin miran a los ojos, si, es verdad, yo tampoco puedo lanzar ninguna piedra, me duelen los brazos de tanto daño, me duelen tus dedos cuando jugaban en mi pelo, me duele cuando te despeinaba por la mañana, me gusta hacerte ruborizar con una mirada, aún cuando no te estoy viendo, me duele el que me gustes, me gusta que me duelas, como un violinista judío tocando en honor del Holocausto, justo después de limpiarse la sangre de un palestino, aunque no logro descubrir si tu eres las notas desagarradas o la sangre con la que se limpia.

La parca es egoísta, me gusta ser egoísta jugar contigo, obligarte a desnudarte, aunque tu no quieras, me gusta que nunca me reconozcas lo que sientes, el responderte y dejarte sin palabras, sólo una mirada de duda, lo siento nunca pude con tus amantes, quizá hubiesemos sido amigos, me gusta ese quizá, el acento alemán que daban a cada una de tus afirmaciones de amor, un pueblo, un lider, un amor, lástima que entramos en Rusia, fue jodidamente fría, fue nuestro Stalingrado, no esperamos ni a Hirosima.

Jon Latimer, "Memorias"

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