martes, 14 de agosto de 2012

Acababa de ocurrírsele una nueva idea absolutamente horrible

"Se dedicó a maldecir mentalmente mientras esperaba sentado allí tras el volante. Tenía treinta y cuatro años y su talento iba disipándose entre Mecánica de Motor Tres y una mujer que, sin lugar a dudas, era culturalmente subnormal. Y, más grave aún, tenía que admitir la veracidad de la constante crítica de Eva de que él no era un hombre. «Si fueses un hombre como es debido —le decía siempre—, mos
trarías más iniciativa. Tienes que afirmarte como individuo.» [...]

Era lo que había llegado a esperar. Un departamento inadecuado, un matrimonio inadecuado y una vida inadecuada. Se llevó sus filetes de pescado a una mesa de un rincón y comió solo. A su alrededor otros miembros del personal discutían las perspectivas del Nivel A y quién se sentaría en el Comité de curso al año siguiente. Enseñaban Matemáticas o Economía o Lengua, materias que contaban y donde el ascenso era fácil. Humanidades no contaba y no se planteaba el ascenso. Era así de sencillo.[...]

Una vez concluida la hora de clase, Wilt recogió los libros y se dirigió de nuevo a la sala de profesores [...].

Wilt se detuvo y observó cómo la máquina perforadora iba hundiéndose lentamente en el suelo. Estaban haciendo agujeros grandes. Muy grandes. Lo suficiente como para contener un cadáver.

—¿Hasta qué profundidad excavan? —preguntó a uno de los trabajadores.
—Diez metros.
—¿Diez metros? —dijo Wilt—. ¿Y cuándo van a echar el hormigón?
—Con un poco de suerte, el lunes —dijo el hombre.

Wilt continuó su camino. Acababa de ocurrírsele una nueva idea absolutamente horrible."

Tom Sharpe, "Wilt"

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