miércoles, 8 de agosto de 2012

El hombre también florece


"Eso mismo, florecer. Yo creía que era cosa de mujeres, que el hombre es sólo madera, cuanto más recia mejor. Pero ¿por qué no flor? A David le gustaban las flores, se paraba en las marchas para mirarlas y siempre andaba preguntando cómo se llamaban. Nos burlábamos al principio, hasta que le vimos su buena madera y se ganó el respeto. Tendría razón, no estoy ya tan cierto de algunas cosas, ya te digo ¡Cuándo iba yo a pensar que el hombre también florece! ¡Qué sorpresas! Florece con la mujer, claro, ésa es nuestra primavera de verdad. A su lado nos abrimos de noche como el dondiego, si tienes suerte de encontrarla. Yo la tuve, ella me cogió del montón y me plantó en su cama: allí crecí. Así era mi era mi Salvinia. [...]

-Y tú diste la espantada..., Pobre Bruno; te perdiste lo mejor, lo más hermoso.

-¡Qué va! ¡Lo más hermoso hermoso lo gocé siempre que quise!

Pero la risotada casi grosera le resulta forzada a él mismo. Mero recursos defensivo.

-Sí, te lo perdiste... ¡Y ahora te enteras!... Bueno, más vale tarde que nunca.

El viejo la mira y aflora en su mente un descubrimiento."

José Luis Sampedro, "La sonrisa etrusca"

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