"Defendí en Cortes Constituyentes los derechos femeninos. Deber indeclinable de mujer que puede traicionar a su sexo, si, como yo, se juzga capaz de actuación, a virtud de un sentimiento sencillo y de una idea clara que rechazan por igual: la hipótesis de construir un ente excepcional, fenomenal; merecedor, por excepción entre las otras, de inmiscuirse en funciones privativas del varón, y el salvoconducto de la hetaira griega, a quien se perdonara cultura e intervención a cambio de mezclar el comercio del sexo con el del espíritu."
Clara Campoamor, "El voto femenino y yo (Mi pecado mortal)"
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