miércoles, 1 de agosto de 2012

Precisamente porque era mi padre

‎"Me encontraba en el vestíbulo del nuevo multicine, esperando a que empezara la sesión de las cinco para entrar en una de las salas cuando mi padre y una mujer salieron de otro local. 
Allí estaba mi padre. Lo vi antes que él reparara en mí. Nos quedamos plantados mientras los demás cruzaban por nuestro campo de visión. Entonces vino hacia mí con ella, con el talante aturdido [...]
Y ella se me acercó esbozando una sonrisa crispada para distraer la mirada que yo tenía fija en mi padre, pues estaba concentrada en él un alud de preguntas y evidencias, de credulidad y de consternación que tensaba la piel de mis mejillas y me daba la sensación de que una oleada de agua fría me iba anegando hasta el cuello. [...]

Y así se estableció la complicidad entre nosotros, me arrastró a ella, como si no fuese mi padre un padre jamás habría hecho algo semejante). Y, sin embargo, precisamente porque era mi padre, ¿cómo iba a resistirme, cómo iba a osar recharzarlo?

Nadine Gordimer, "La historia de mi hijo"

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